Que Dios no deje de creer en nosotros
Que los olmos den peras
Que la guerra se acabe en la cama
Que la tormenta nunca toque tu cabello
Que la retorica se vuelva imperfecta
Que los poetas se vistan de gala
Que el jaque mate lo gane el perdón
Que las manos se vistan de flores
Que la fe tenga siempre la cura
Que las sonrisas iluminen las calles
Que en la despensa nunca falte el amor
Que la libertad te guarde en su pecho
Que los Adanes no compren manzanas
Que tu mirada te lleve muy lejos
Que se siembre en tu jardín un hogar
Que la humildad te maquille con elegancia
Que el sol ponga su retrato en tu cara
Que la amistad florezca en los espejos
Que las horas adornen tu aurora
Que te aplaudan al caminar los tacones
Que siempre exista un hombro para llorar
Que tu estrategia sea la paz
Que la vida te dedique una canción para reír
Que la voluntad te sirva para volar
Que en tu bolso no falte el carmín de la imaginación
Que el mañana siempre traiga algo mejor.
Para mi corazón de trigo, Sabina.