Ayer en el semáforo se acercó un tipo a pedirme una moneda. Se la di. Sonrió y me dijo: “¿Listo para la victoria de hoy?”. Me sentí perdido por un rato. Fuera de lugar porque no entendí lo que me estaba diciendo. Fruncí el entrecejo para pedirle una explicación. Pero como que no le importó. – “¡Siempre nos reunimos a ver los partidos en las vitrinas de la Curacao!” Fue como una invitación la que me estaba haciendo y yo aún no entendía de que me estaba hablando. -“Es el mejor equipo del mundo y jugamos en casa. ¡Vamos a ganar!” aseguró y volvió a sonreír. Las luces del semáforo cambiaron y yo avancé.
Mientras conducía pensaba en la charla a medias que había tenido con ese fulano. Me percate que yo también era un fulano para él. Pero me reconoció como un amigo porque sin darme cuenta, yo llevaba la camisola del que también era su equipo favorito. Hoy tengo ganas de manejar por esa calle otra vez para ver si lo encuentro y contarle que ayer perdimos…