Ernesto Sabato
Reflexiones

Sabato

Ernesto Sabato
 

Leí “El Túnel” hace unos treces años atrás o un poco más quizá. Pero desde entonces recuerdo que me pareció y me sigue pareciendo una verdadera porquería. Leo poco, porque el poco tiempo que logro organizarme, lo dedico a vivir para aprender a escribir y a resolverme. Recuerdo que a medida que escarbaba cada página de ese libro, esperaba encontrarme con un agujero con un rótulo de “SALIDA” que me permitiera escaparme de él, porque odiaba a Juan Pablo Castel, su inseguridad y toda su existencia. Como mi mamá me enseñó a no dejar nada de comida en el plato, me devoré el libro completo y me indigesté con su trama. Desde ese entonces el nombre de Ernesto Sabato, su autor, figuraba en mi lista negra de escritores a los que no quería volver a leer jamás. Lo sé, fue algo radical e inmaduro de mi parte. No es justo, ni apropiado juzgar a un escritor tan solo por haber leído una de sus obras. Pero qué puedo hacer si soy un lector poco benevolente.

 

Supongo que van a haber especialistas de la literatura que me van a decir que justo ahí esta la genialidad de la obra. En su capacidad de hacerme sentir lo que sentí. Así que para no entrar en un debate innecesario, digamos que eso es lo único positivo de haber perdido esas horas de mi vida leyendo El Túnel. Punto.

 

De un tiempo para acá, tengo cierta obsesión buscando formas de aprovechar cada gota de tiempo de la cual dispongo, y fue por esto que en marzo del año pasado (2015) comencé un nuevo ejercicio de entretenimiento y aprendizaje a la vez. Casi todos los días, mientras conduzco hacia la oficina o de regreso a mi casa, conectó mi teléfono al radio y reproduzco en YouTube programas de entrevistas, biografías, documentales, charlas, audiolibros o cualquier otro material valioso que me permita olvidar el tráfico y sacarle el jugo a ese periodo de tiempo que para otros solo sirve para morirse un poco antes de llegar a sus destinos. Me ha resultado tan bueno el experimento, que me ha pasado en repetidas ocasiones que he querido estar unos minutos más en la cola para poder terminar algún programa que ya he comenzado.

 

Una de esas joyas que encontré y disfruté mucho fue “A Fondo”. Un programa español de entrevistas entre 1976 y 1981, dirigido y presentado por el periodista Joaquín Soler Serrano. Fue en uno de sus episodios donde volví a toparme con Ernesto Sabato. Si hay algo que disfruto de los libros (los pocos que he leído y los muchos otros que conozco por cultura general), es la vida de sus autores. Hay lecciones tan profundas e inspiradoras en sus existencias, que la genialidad de sus obras son solo la guinda en el pastel. Cada escritor tiene un sabor humano distinto y es ahí donde yo encuentro el verdadero deleite, no en las páginas de un libro que puede llegar a decepcionarme. Fue por esta razón que decidí darme la oportunidad de conocer a Ernesto Sabato. No tanto a Sabato, sino a Ernesto realmente.

 

De los treinta mil y pico de libros que él confesó haber leído en toda su vida, yo quisiera tener a mi disposición los adjetivos más exquisitos y sublimes posibles para poder describir de forma precisa en este texto lo que yo pienso y admiro sobre Ernesto. Pero me basta con un par de palabras sencillas como él, para decir: “que valiosas son para el mundo y la humanidad las personas como Ernesto Sabato.” Una vez que lo escuchas hablar, no podes volver a ser el mismo. No vale la pena volver a ser el mismo, porque el ser y existir dan para mucho más.

 

Cada entrevista, larga o breve, que he reproducido de él, ha sido como sentarme en un salón de clase donde yo soy el único alumno y frente al salón está él.

 

Ayer, 30 de abril, hace cinco años, Sabato se mudó de esta vida a la otra que él soñaba y pregonaba con su ejemplo. Y yo no podía dejar pasar esta oportunidad para escribir esto y recordarlo, porque a veces me parece que fuimos amigos. Ojalá que algún día nos topemos por una de las calles donde ahora vive y nos podamos tomar un café para charlar un rato y confesarle lo mucho que lo admiro y respeto.

 

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Borges, Guillermo Roux, Nadine Sair, Instante
Poesía, Reflexiones

Instantes ¿de Borges o Sair?

Borges-Guillermo-Roux

Este poema “Instantes” se le atribuyó a Jorge Luis Borges por mucho tiempo. Según tengo entendido, su viuda, María Kodama, se dió a la tarea por ocho años de buscar el original de Nadine Stair para desmentir tal calumnia.

 

Si pudiera vivir nuevamente mi vida.
En la próxima, trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido de hecho.
Tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos, haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos…
Iría a más lugares a donde nunca he ido,
comería más helados y menos habas,
tendría más problemas reales y menos imaginarios.
Yo fui una de esas personas que vivió
sensata y prolíficamente cada minuto de su vida,
claro que tuve momentos de alegría…
Pero si pudiera volver atrás, trataría de
tener solamente buenos momentos,
no te pierdas el ahora.
Yo era uno de esos que nunca iba
a ninguna parte sin termómetro, una
bolsa de agua caliente, un paraguas
y un paracaidas, si pudiera volver a vivir,
viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir comenzaría
a andar descalzo a principios de la primavera
y seguiría así hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesitas,
contemplaría más atardeceres y jugaría
con más niños…
Si tuviera otra vida por delante.
Pero ya ven, tengo 85 años y sé que me estoy muriendo.

 

Tuve la curiosidad de leerlo, al igual que ustedes. Al inicio no me gustó. Pero a medida que lo leía y avanzaba entre sus líneas, encontré cierta esencia que me hizo reflexionar. Supe que había algo oculto más allá de su simplicidad. Una especie de tesoro entre esos pensamientos que al masticarlos eran insípidos, pero que a digerirlos me dejaron mucha satisfacción.

 

Así que tomé el poema nuevamente. Lo desmenucé. Y encontré estos diamantes, en forma de “bucket list”, que vale la pena meter en los bolsillo para luego meditarlos tranquilamente y en silencio, con la debida seriedad del caso. Se los comparto según el orden en que aparecían en el poema:

 

  • Cometer más errores
  • No ser tan perfecto
  • Relajarme más
  • Ser más tonto de lo que he sido
  • Tomar pocas cosas con seriedad
  • Ser menos higiénico
  • Correr más riesgos
  • Hacer más viajes
  • Contemplar más atardeceres
  • Subir más montañas
  • Nadar más ríos
  • Ir a más lugares a donde nunca he ido
  • Comería más helados y menos habas
  • Tener más problemas reales y menos imaginarios
  • Tratar de tener solamente buenos momentos
  • No perderme el ahora
  • Viajar más liviano
  • Andar descalzo a principios de la primavera y seguiría así hasta concluir el otoño
  • Dar más vueltas en calesitas (carruseles)
  • Jugar más con niños

 

¿Cuántos instantes de estos hemos vivido que valen tanto la pena repetir o que podríamos llevar a cabo por primera vez? Si de algo estoy seguro, es que el mundo no es de aquellos que tienen miedo, ni de los que esperan. Tampoco es de los que callan o que tienen vergüenza. No lo digo yo. Lo afirma la historia y sus personajes que encontraron en la vida un propósito para que valiera la pena. Porque la vida, a la que nos acostumbramos y de la que nos quejamos constantemente, es tan hermosa y pura cuando le encontramos sentido. Idealmente algo que sea edificante ¿o me equivoco?

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Muhammad Ali
Reflexiones

Round 2015 – La Vejez vs. Frank Pineda

Muhammad Ali

Los finales me conmueven. Me gusta el aroma que traen las cosas que están por terminar. Eso que está cocinándose adentro del horno y que pronto saldrá para servirse caliente en la mesa, me da hambre y esperanza.

 

Cada año que se acaba es una bendición. Y este 2015 se me fue de las manos. Para mi fortuna, mañana es mi cumpleaños.

 

Seguramente debería de sentirme desdichado y deprimido porque me vuelvo más viejo y me voy quedando con las ganas de hacer muchas cosas de las que luego me voy a arrepentir por no haberlas hecho. Sin embargo, la culpa cobra intereses muy altos y el consumismo barato ya no me interesa.

 

La fruta de mi juventud pierde color y se va pudriendo un poquito más por dentro. Si abro los ojos, si me dejo crecer las ganas, si le compro un carro deportivo a mi curiosidad, si me tatúo la palabra madurez en el corazón, si le tiño las canas a mi voluntad, incluso si publico algo como esto que escribo en este momento, la gente va a pensar que estoy entrando en crisis.

 

Señores del jurado, si algo puedo decirles a mi favor, es que soy culpable. Vivo en crisis desde que nací. Cada mañana, cuando respiro, cuando veo que el mundo se va a acabar antes que yo, cuando tomo un taxi al pasado, cuando mi mujer todavía me toma la mano bajo la mesa con todas sus fuerzas, cuando soy lo que soy porque me falta valor para quemar lo que no me sirve, cuando abro un libro en cada persona que leo, cuando mi hija me ve a los ojos y encuentra migajas de nobleza, cuando mi egoísmo es la piedra en mi zapato, cuando Dios tira los dados y aun apuesta por mi.

 

Todos los días, entro en crisis. Y justamente ahí, están mis ganas de vivir. De comenzar de nuevo. De ordenarlo todo.

 

Creo que no tengo opción. Me gusta envejecer y todo lo que esto significa. Sus ofertas, sus exigencias, sus contradicciones, sus carencias, sus juventudes, sus engranajes oxidados, su poder adquisitivo, sus fantasías sexuales, sus sálvese quien pueda, sus demagogias, su paisaje en los espejos, sus insomnios y esos sarcasmos ambiciosos de los mas jóvenes e inexpertos que yo hacía mis años recorridos, sin darse cuenta que se ven mas jodidos que mi pellejo y mis ruinas. Me gusta todo. Lo disfruto tanto en cada año que se termina y en cada cumpleaños que comienzo.

 

El 2015 fue un gran round. Ni la tendinitis calcificada, ni mi inexperiencia profesional, ni las tres úlceras, ni Sabato, Platón o Cabral, ni el rencor, ni el shock anafiláctico, ni mi falta de tiempo, ni mi licencia vencida, ni Cortazar, Gelman o Borges, ni los ladrones, ni las libras perdidas, pudieron ponerme fuera de combate.

 

Aunque estuve contra las cuerdas y me caí varias veces durante la pelea, entre la vejez y las crisis, sigo de pie.

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camisa
Reflexiones

La Camisa de mi Funeral

En mi closet, la última camisa que está colgada es una de color blanco, manga larga, marca Van Heusen hecha en Honduras. Cada año, desde hace 15 años, la busco, la saco, la tiendo sobre la cama y la veo detenidamente por un rato. A veces creo que se parece tanto a mi.

 

Toda teoría parece errónea en ese momento y me es imposible resolver dos preguntas:

¿Cómo se perforan cuatro agujeros con una bala?

 

Tengo una cicatriz (en forma de rostro de alien… es en serio) en el brazo izquierdo, porque entró una bala, probablemente de calibre 22, disparada a quemarropa, dejando su rastro cuando perforó el vidrio frontal del carro, la piel, la sangre, la adrenalina, el miedo y el musculo del bíceps ¿dónde está esa bala?

 

Le doy vueltas al asunto pero me vuelvo a dar por vencido y no me queda más que resignarme otra vez:

-Quizá el próximo año tenga suerte y le encuentre una respuesta a la ecuación-.

 

Tomo la camisa para colgarla donde corresponde. Me doy la vuelta y me detengo unos minutos para decirle en voz baja como de pensamiento:

-Te quedaste sin nada ¿verdad? Sos un cuartel vacío en forma de camisa.  No sos más queun pedazo de viento que tiene la forma de mi pecho. Yo me lo llevé todo… al difunto, las ganas intensas de ser Papá, las letras, los pecados, la fiesta, el piano con su música de sístole y diástole, al truhan, al soñador profesional, la mala ortografía, las ganas de resucitar cada día, la tormenta tropical que tiene nombre y apellido, al caprichoso, la vejez, los amaneceres en forma de mujer, al magistrado corrupto de mi conciencia, la fe y sus vitaminas para seguir adelante, al más pervertido de los dos, el exceso de equipaje, la dictadura con dulzura, las tentaciones y la sonrisa de par en par que me abre mi familia. Vos permaneces ahí, como una memoria colgada en el armario del olvido. Sos esa camisa blanca que uso una vez al año para profanar al pasado y salir a bailar con esta vida tan bella que no pudiste quitarme-.

 

Hoy cumplo 15 años…

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Poesía

35 Verdades Sobre Mi Poesía

1. Es un pedazo de pan viejo que comparto para que nos quite el hambre y nos alimente el desvarío.

2. Mató al gato y cría cuervos.

3. Es el tiempo que nos regalamos para tomarnos de las manos y vernos a los ojos como antes.

4. Es tu amor que se ha convertido en el premio literario más importante que he recibido en toda mi carrera como ser humano.

5. Son los verdaderos amigos que están a mi lado en los bares y en las malas.

6. Son las guerras mundiales más difíciles que he ganado en silencio.

7. Es la ovación que se le da a la vida porque es tan bella.

8. Es la pólvora que aún le queda a mi entusiasmo.

9. Es el ruedo de mi existencialismo donde mi corazón juega a ser el toro.

10. Es el hospital que construí donde existe malestar.

11. Es la letra que compongo cuando el mar se encarga de poner la música.

12. Es el perro que tira los botes de basura en los callejones de mi genialidad.

13. Es un método para aprender a no hacerme falta.

14. Es el lobo feroz que se convirtió en presa por andar vestido con piel de oveja.

15. Es la apuesta que hago a mi favor por querer ser tuyo.

16. Es el clima cálido que hace en tu cuerpo cuando afuera hace frío.

17. Es el vientre fértil de mi imaginación.

18. Es la retórica que desabrocha el último botón de tu blusa.

19. Es el ramo de flores que llevo a mi funeral cuando muero por ti.

20. Es la cara que no ves en los espejos.

21. Es la inspiración que busco para no volver a escribir.

22. Es la suma de todos mis miedos multiplicados por los tuyos y divididos por los nuestros.

23. Es la mente abierta donde entran moscas.

24. Es el veneno mortal que me hace creer todas las cosas malas que dicen que soy.

25. Es una lista de errores por cumplir.

26. Es el lipstick de aguardiente que tanto me gusta para embriagarme cuando estoy solo.

27. Es la parte de mi encanto que te afirma que soy un mal necesario.

28. Es mi primera decepción amorosa.

29. Es la lluvia que me aplaude cuando me asomo a la ventana.

30. Es mi mano inquieta en tu cintura mientras bailamos despacio.

31. Es el mar del deseo, donde la boca es un anzuelo y la carnada son besos.

32. Es mi acto indecente en tu vía pública.

33. Es la demanda que me hace el destino por daños a terceros.

34. Son las sobras de ayer que me dejó la necesidad para recalentar hoy y llenarme mañana.

35. Es mi hija dándome lecciones de vuelo.

 

Si le gustó mi poesía pero no tiene una moneda para regalarme, un aplauso me da de comer.

 

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Poesía

Mateo Morrison


“Mi historia, es la historia de un niño que despierta y advierte el mundo como el dolor instituido, que quisiera convertir en rosas y juguetes todas las espinas de la tierra.”
Canción Antes del OdioMateo Morrison

 

El domingo pasado, 23 de junio, tuve el gusto de conocer al poeta dominicano Mateo Morrison, mientras compartía una plática con otro par de amigos poetas en la linda isla de Santo Domingo. Lo escuché hablar de sus gustos literarios por escritores latinoamericanos como Cortazar, Vallejo, Márquez, Borges y otros grandes.

No sé si se va a recordar de mi. Pero espero que mi libro Versos en Alquiler que se logró infiltrar en su maletín negro, le haga saber que a mi también me gusta mucho la poesía. Aunque realmente, eso es lo de menos. Lo que importa aquí, es yo escribí esta breve publicación para que todos mis amigos lo conozcan a él y a su trabajo lleno de fuerza, sencillez y lucha.

En Principio

En principio, quien dijo amor no habló de guerra ni mencionó que
un hombre, estrujaría la alegría de otros hombres.
Que la risa sería patrimonio de unos cuantos.
Nadie dijo, en principio,
que las flores de todos los jardines
serían sólo adorno de salones y de tumbas y la tierra y el mar y hasta el aire
estarían fraccionados en latifundios.
No, no fue el acuerdo
romper los corazones más humildes
y exhibirlos por todos los mercados
impedir que salga la palabra por las bocas hambrientas
hacer rodar la débil esperanza de los niños,
no, en principio hablamos de un amor correspondido,
no de una siembra sólo alimentada por nosotros.
Entonces son mis palabras.
Que este juego desigual:
Yo el golpeado por el tiempo ? tú el acariciado por la suerte
Yo el golpeado por la suerte ? tú el acariciado por el tiempo.
Esta paz invertida y desastrosa
puede que sea tu paz, pero es mi guerra.

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Poesía

Mucho gusto, Santo Domingo

 

Estas manos hermanas donde se anclan las mías
esta primera América aislada
esta bachata que no tiene cura
esta carabela tan pinta
esta Mama Juana con tantos hijos
esta ovación en los colmados
esta literatura de mangu, de lucha y esperanza
estas bendiciones hechas sonrisas
esta “woman del callao livin’ in this paradise
y este mar pintado de azul taíno
es Santo Domingo.

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Cuentos

El Joven Aprendiz de Nietzsche


 
Anoche conocí a un tipo peculiar. Me lo presentó un amigo escritor. Le contó que yo también escribía. Me preguntó qué clase de cosas escribía. Y le conté sobre mi libro  Versos en Alquiler y lo que estoy escribiendo actualmente. Luego me preguntó que qué pensaba sobre la poesía que se apoyaba en música para darse fuerza y llegar más lejos. Después, parte de mi respuesta, nos llevó a hablar de The Doors y como el destino fue benevolente con el mundo y juntó a Jim Morrison y Ray Manzarek en ese gran proyecto musical. Seguido de esto, tomando en cuenta que habíamos involucrado al destino en nuestra charla, le conté sobre la leyenda japonesa del hilo rojo invisible que conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. Vi su cara de asombro mientras le relataba con lujo de detalle de que se trataba dicha leyenda. 
 
¿También sos escritor? – le pregunté.
No. Yo trabajo recogiendo la basura. – me respondió.
¿Pero escribís? – insistí, porque pensé que no había entendido mi pregunta.
Si.
¿Tenes algún blog o algo así?
Nooo… no, solo tomo notas y escribo cosas que analizo, que están fuera de mi alcance y que no comprendo de la vida. Cuando lo hago, uso lápiz y papel. – Y sonrió. Suelo asistir a eventos literarios de vez en cuando y me uno a la gente vulgar y común, donde me siento cómodo y de quienes aprendo. Me vuelvo parte de ellos.
Quisiera leer lo que este tipo escribe – pensé.
 
Por esas cosas de la vida, desde niño comencé a trabajar recogiendo basura. Me llamaba la atención como la gente tiraba tantos libros. Comencé a recolectar todos los que encontraba entre tanto desperdicio.  Me convertí en una especie de bibliófilo. Con el tiempo me di cuenta que yo no quería que la gente me viera como un simple recogedor de basura en los camiones y entonces comencé a aprenderme textos de libros como mecanismo de defensa. Así he conocido mucha gente que me ha apoyado o que también se ha aprovechado de mí.  
 
Aún recuerdo el primer libro que encontré; “La Genealogía de la Moral” de “Federico Nitche”. Abrí el libro y me llevó hasta en medio de sus hojas donde estaba el siguiente texto…

Mientras recitaba en un vaivén cada palabra que surgía de manera majestuosa desde su memoria, solo pude concentrarme en ver como en el vacío de sus ojos cada palabra que salía de su boca tomaba estilo, volumen y cuerpo. Era como una oración que lanzaba al aire, para perderse con el viento y no obtener nunca una respuesta. Recitó casi dos minutos.
 
¡Y algo así, verdad! – interrumpió.
Estoy seguro que sin ningún problema hubiera podido recitar el libro completo, pero no quiso abrumarme y por eso se detuvo.
 
Que afortunados nos volvemos, cuando tenemos el gusto de encontrar personas que todavía tienen esa capacidad de sorprendernos. En especial un escritor anónimo como éste, que dejó en mi memoria un libro en forma de encuentro casual sellado con un autógrafo indeleble.
 
Les comparto la introducción a “La Genealogía de la Moral”. Espero que cuando lean el libro completo encuentren el texto que este caballero me recitó:
 
No nos conocemos a nosotros mismos, nosotros los conocedores. Pero esto tiene su razón de ser. Si nunca nos hemos buscado, ¿cómo íbamos a poder encontrarnos algún día? Con razón se ha dicho: ; nuestro tesoro está donde se hallan las colmenas de nuestro conocimiento. Estamos siempre de camino hacia allí, como animales dotados de alas desde su nacimiento y colectores de la miel del espíritu, y en realidad es una sola cosa la que íntimamente nos preocupa: . En lo que se refiere al resto de la vida, a lo que se ha dado en llamar , ¿quién de nosotros tiene siquiera la seriedad suficiente para ello?,¿o el tiempo suficiente?
En esas cosas, mucho me temo, nunca hemos puesto realmente : no tenemos corazón en ellas, ¡ni siquiera les prestamos atención!
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Reflexiones

El Circo del Escritor

 

Ayer fui al Cirque du Soleil. Tenía años de no ir a un circo. Es impresionante. Lo primero que pensé fue:

-¿Qué pasaría en este circo, si supieran que mi deseo es el león y que el único payaso que nos sabe hacer reír es el amor?-
Y durante todo el espectáculo no pude sacarme de la cabeza que los escritores tienen algunas características similares y otras también diferentes con las de un circo, los artistas y sus personajes. Aquí les comparto algunas que logre escribir:

  • En cada hoja de papel que nos presentamos somos el centro de atención de la función. Afuera de ellas, somos como los demás artistas que están mostrando sus habilidades poco llamativas frente al rojo de los semáforos. Nos conocen solamente aquellos que se detienen a ponernos una moneda en la chistera para comprarnos un libro. Es sencillo, bajo la luz del día no brillamos.
  • El lleno total en cada una de nuestras funciones se da cuando las personas que nos leyeron, hacen suyas nuestras letras y no cuando vendemos más libros ni cuando se recuerdan de nuestros nombres.
  • A diferencia de los artistas de un circo, que ensayan por horas y horas para realizar un acto perfecto, a los escritores la práctica nunca nos lleva a ese estado. Nunca estamos conformes. Con suerte, logramos madurar algunos de nuestros textos. He ahí la belleza de nuestro acto.
  • El lápiz es un trapecio y cada palabra es un salto mortal. Los personajes o metáforas que ejecutamos en el aire, los hacemos sin red, sin una cama o un abrazo donde caer. Esa es la parte mortal de nuestro acto.
  • Para los escritores, sus funciones no tienen localidades como tribuna, preferencia o general. Solo existe pasado, presente y futuro y el lector siempre está en primera fila.
  • Los miedos, el desamor y la indecencia son algunos animales que forman parte de nuestro espectáculo y se mantienen salvajes para que el acto tenga mayor dificultad y por lo tanto cause mayor impresión.
  • La soledad es un acto de escapismo. Lo que no sabemos es si ella es quien se quiere liberar de nosotros o viceversa.
  • Los escritores también nos maquillamos, solo que lo hacemos en los espejos de los bares a base de desvelo para dejar unas ojeras bien delineadas con el color de la madrugada.
  • La única ovación que recibimos, es la de los aplausos que nos brindan los cubos de hielo en un vaso vacío.
  • Las musas son el cuerpo colorido y erguido del circo.
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Cuentos

Del Mismo Equipo

Ayer en el semáforo se acercó un tipo a pedirme una moneda. Se la di. Sonrió y me dijo: “¿Listo para la victoria de hoy?”. Me sentí perdido por un rato. Fuera de lugar porque no entendí lo que me estaba diciendo. Fruncí el entrecejo para pedirle una explicación. Pero como que no le importó. – “¡Siempre nos reunimos a ver los partidos en las vitrinas de la Curacao!” Fue como una invitación la que me estaba haciendo y yo aún no entendía de que me estaba hablando. -“Es el mejor equipo del mundo y jugamos en casa. ¡Vamos a ganar!” aseguró y volvió a sonreír. Las luces del semáforo cambiaron y yo avancé.

Mientras conducía pensaba en la charla a medias que había tenido con ese fulano. Me percate que yo también era un fulano para él. Pero me reconoció como un amigo porque sin darme cuenta, yo llevaba la camisola del que también era su equipo favorito. Hoy tengo ganas de manejar por esa calle otra vez para ver si lo encuentro y contarle que ayer perdimos…

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Poesía

Monólogo de la Chamusca

 Revista CAPIUSA – Edición Deportiva junio 2012

 

Para la edición deportiva de junio 2012, tuve el gusto de ser invitado por la revista CAPIUSA a colaborar con un artículo relacionado a las “chamuscas” (partidos de futbol realizados informalmente en cualquier parte. En Honduras les dicen “potras”, en México creo que “cascaritas”):

 

Soy el verdadero comienzo de la niñez. Conmigo se aprende a ser héroe o villano, a ganar o ganar porque perder no es opción, a soñar con los cascos y a rezarle al diez con fervor. Conmigo nacen los artistas que saben hacer arte con las piernas en el lomo de un campo desnudo en las ruinas de un estadio, en las calles calvas y polvosas de los barrios y colonias o sobre los barrancos urbanos entre maquinas ruidosas en una construcción a medias.

 

Por mi se apuestan las aguas, los cuquitos o las chelas, la hombría, las playeras, las tortillas del almuerzo, el panito de manteca, las hermanas y hasta la vida si fuera necesario. La justicia aquí no tiene nada que ver, no hay árbitros, ni tiempos extras. El palo horizontal es del alto del cielo y los laterales son dos piedras. Las tarjetas rojas las pinta la sangre de un raspón en los codos y las rodillas en la líneas enemigas marcadas por la imaginación.

 

Conmigo el color de la camisola no importa, aquí los gladiadores se visten de corazón y se abren paso entre el rival con un taquito, con un vuelo de chilena, con la coartada de un penalti milagroso de ultimo minuto o acechando la victoria con un intento fallido de una mano que no es la de Dios, porque Él solo invento el juego.

 

Conmigo se aprende que la verdadera ovación sale del pecho cuando se grita gol con lo que sobra de esperanza en los pulmones, cuando las manos amigas te levantan el ánimo porque en ese momento crucial fuiste el mejor. Aquí fue donde maduramos, donde mordimos el asfalto, donde aprendimos a calcular el mejor equipo y comprendimos que a veces un partido se acaba cuando la vecina amargada pincha el balón. Conmigo se aprende que no podes ser hincha si no fuiste de los jugadores que lo entrego todo hasta en la última gota de sudor.

 

Soy la que siempre espera el regreso de aquellos hombres que quieren volver a ser niños otra vez. Yo soy la chamusca que se gana en los recuerdos de la infancia.

 

Ver la publicación aquí (pag. 29 y 30)

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Reflexiones

Niño de Profesión

De niño, mi Mamá siempre me preguntaba que quería ser cuando fuera grande.
Yo no sabía por qué siempre me cuestionaba con lo mismo.
Ella pensaba que yo era muy curioso. Y yo pensaba que ella lo era aún más.

Ha pasado mucho tiempo y lo he vuelto a pensar. Creo que nunca entendí la pregunta.

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Reflexiones

Los Trapitos Sucios de la Crítica

Stefan Luchian – La Lavandera

 
En este país, el problema no es el fantasma de la desnutrición, ni los altos niveles de desempleo, ni el sistema anémico de la educación. Tampoco es problema la mano tramposa de la corrupción que nos manosea bajo la mesa. Mucho menos el abrigo sucio, mal oliente y frió de la violencia, esa que se respira con olor a miedo en las calles desde la mañana y que algunos tienen que tolerar cuando regresan a sus casas. Los tratos inhumanos en las minerías, los corazones daltónicos del racismo, la denigración que sufre la belleza del tesoro mas valioso y puro que tristemente se vende en las esquinas de la prostitución, ni la novela del narcotráfico, tampoco son el problema. No, no lo son. Siempre hablamos de ellos porque no aguantamos nada. Estas dificultades se dan en todas partes. En los países mas cultos y desarrollados. En los planetas mas civilizados, lejanos y modernos en los confines de nuestro universo. El verdadero problema, el viento en contra que no nos permite avanzar, el sargento que nos ordena a marchar en reversa, el cáncer que esta llevando este cuerpo al suelo de manera despiadada y sin control, es la gente. Si, esa que a todo intento para poder respirar le tapa la boca y la nariz para asfixiar las ganas y la motivación que está moribunda. Esa que se dedica a criticar para llamar la atención y sentirse importante. Esa que le inyecta veneno a los restos de esperanza que nos quedan, porque según la teoría, eso es lo ultimo que deberíamos perder. Esa a quien le pregunto ¿que es ser chapín? y me responden que aun soy muy pequeño para entenderlo. Esa que con grandes filosofías, armas, vivencias, universidades y frases que encuentran en los libros de grandes personajes, dicen que nos quieren hacer personas pensantes. Ante todo esto y más, lo único que siempre he pensado es… ¡su madre!

 

Yo quisiera huir. No escucharlos. No verlos. No leerlos. Pero no puedo. A mi me gustan las películas de acción. Y estoy esperando esos últimos quince minutos del guión en donde el personaje principal sale desde abajo, humilde, desde la nada y se pone la mascara que lo convierte en héroe y usa un super poder – que ni me imaginaba – para ganarle a los villanos y salvar el mundo. Yo tengo ganas de ver como las personas que están cansadas de la situación a su alrededor y de las personas como yo que solo escribimos y no actuamos, se levantan. Quiero ver como le tienden la mano a esta patria tirada en el piso y le dan un poco de vida. Porque lo que no vemos es que sobre la espalda de Guatemala ya somos muchos los que estamos encaramados y la forma mierda de pensar es lo que mas le pesa. Hagámonos un favor y ya no le volteemos la cara, no la escupamos, no nos juzguemos, si somos del mismo equipo. ¿Acaso no hablan de la misma azul y blanco en sus camisolas o se ofenden cuando deletrean mal el nombre de su país?. Yo también tengo problemas, peores o mas ralos que los de otros, pero los tengo y no me dedico a complicar las ganas de salir adelante de los demás. Yo no tengo un negocio propio, compro ropa en “paca”, ya me asaltaron y me rajaron la cabeza por tener un “frijolito”, también me abandonó mi papá, desperdicio la mitad de mi vida en el trafico todos los días, tengo deudas y no encuentro la forma de retirar a mi mamá y a mi abuela para que descansen de tantas batallas. La niña mas bonita de la escuela nunca me paró bola. Tengo hijos que alimentar y educar. En un barrio que ya ni aparece en los mapas de los libros de historia, los mas grandes y rudos me desmayaban a golpes y tenía que regresar a mi casa a llorar. Me meto el sencillo en el calcetín cuando camino por las calles para sentirme un poco mas seguro. Aprendí a encontrarle sabor a la tortilla remojada en el café repetidamente en un mismo día. De niño entraba a las piñatas a robar dulces y ahora de grande entro a robarme un trago. Además no me gusta como manejan este gobierno los herederos de la impunidad, ni lo que opinan los que tienen traumas o creen conocer de mi religión. Los impuestos son un desfalco a mis necesidades y definitivamente, lo que ustedes piensan no me parece que es correcto porque yo no pienso igual. Pero que culpa tienen ustedes, ¿verdad? Si tienen problemas mayores a los míos y es muy probable que crean que soy el culpable de los suyos.

 

Usted ha de estar pensando que esta es una critica y claro, yo se lo confirmo, si lo es. Yo soy de esa gente que critica. La que desde la comodidad que me brinda la libertad de expresión, me muestro erguido y elegante para verme irreverente, intelectual, negligente, conocedor, soberbio y sobre todo para destruir lo que no llena mis expectativas, ni mis acertadas profecías de como debería funcionar el mundo. Pero a diferencia del montón y lo barato, yo no quiero que esta opinión se vaya en blanco sin poner un ladrillo en algo que me gustaría que algún día fuera mas grande. Algo que quiero ver crecer en gente que tiene voluntad, que son arquitectos del futuro, que no esperan a que los sueños se hagan realidad, sino que se despiertan muy temprano para edificarlos. Los que quieren opinar con respeto. Los que no ven el punto negro en la hoja en blanco. Esos que no hablan de la guerra que ya dolió, ni de una historia pasada, porque lo que quieren es construir una desde el presente. Los que piensan que cuando se hacen las cosas sin palabras, deben ser los hechos los que se encarguen de contarlas. De esos hablo yo, de los que si actúan. No de los que pintan con quejas y carencias las paredes de la ciudad y las redes sociales. Esos que tienen la boca grande como un lobo, pero que son carentes de manos como las aves carroñeras.

 

Me gustaría tanto que las personas que piensan mas bonito y responsable que yo, se dedicaran a enseñarnos a los demás como se construyen las cosas, pero con propuestas, no con pensamientos llenos de polillas y resentimientos. Todos esos revolucionarios de mente brillante, esos intelectuales de corazón, que pudieran encender una luz en este cuarto oscuro donde todos permanecemos sentados. Si a ustedes esto no les interesa, dejen que los demás que aún creen lo intenten una vez mas. Déjenlos que se equivoquen en otro intento fallido de despertar, de asumir, de metamorfosis o como le quieran apodar. Pero a ellos déjenlos jugar. Permitanles experimentar. Igual, ya no hay nada que perder. Como ustedes mismos dicen, en este país ya todo esta perdido, ¿verdad?

 

Aquí les dejo mi critica, con algunas faltas de ortografía. Para que cuando la analicen, le encuentren un error y la escupan. Aunque les confieso, que prefiero que me enseñen a escribir y me ayuden a mejorar mi redacción.

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The_Wanderer_above_the_Mists_1817_18
Cuentos

El Hombre Que Vió el Tiempo Pasar

The_Wanderer_above_the_Mists (1817-18) – Caspar David Friedrich
¿En que momento me desperdicie tanto? No recuerdo cuando fue exactamente que tire todo por la borda. Siento como que el tiempo fue ese otoño sin prisa ni piedad que se robó lo que era mío. Todo lo marchitó y se lo llevó. Dejé pasar muchos años de mi vida para convertirme en un mediocre y conformista. Un fulano. Un don nadie. Ahora la voluntad que me rige esta cansada, ya no tiene hambre y esta enferma de invierno. Los objetivos que tuve cambiaron. Los motivos son otros. Algunos sueños hasta los olvide, no se donde los puse. Los borre y no me di cuenta.
¿En que momento, por Dios? Si yo tenía muchas ganas de comerme el mundo entero. Y no de un bocado, sino por cucharadas. En dosis pequeñas, que me permitieran disfrutar de su sabor. De su consistencia. De su aroma. Ese plato caliente que solo saben disfrutar los que conocen el triunfo de conquistar batallas a diario y no las ansias inútiles de ganar la guerra a medias.
¿Habrán sido los vicios y las noches que derroche y que no me llevaron a ninguna parte? Porque el cuerpo de una extraña, los residuos de un cigarro y un amanecer herido que se repite, no son un destino ni parte del viaje. Son la banca sucia y vacía de la estación. Ese caminar en sentido contrario para llegar otra vez a uno mismo. Estoy en el mismo punto de donde partí y ahora no se a donde ir.
¿Qué putas pasó? ¿Fue la gente de la que me rodee? ¡Si! Es muy probable que ellos sean los culpables de todo lo que siento ahora. Que lástima que nunca encontré la puerta trasera para huir de sus planes. Me faltaron fuerzas para estar solo por un rato. Era cuestión de confiar un poco más en mí en esos momentos. De decidirme a dar el primer paso. ¡Eso fue! Las malas decisiones que tomé. ¿O fue cuestión de suerte? No sé. Tuvo que ser un accidente del destino. Se equivocó. Es un traidor. Por eso estoy aquí. Pensando que quizás fue la ignorancia que me hizo creer que yo ya era alguien importante antes de tiempo, por codearme con la crema y nata de la nada en esta sociedad. Como si esa mierda a mi me importara.
Son tantas las interrogantes ahora y no tengo una respuesta ni siquiera para una. Quisiera tanto tener una excusa. Poder hacer un borrón y cuenta nueva. Poder dejar ir lo malo en un tragante. En un inodoro que se lleve todo al olvido y me permita volver a empezar.
Creo que definitivamente perdí el talento. He llevado un exceso de equipaje por mucho tiempo que no me sirve de nada ahora. Puros disfraces, recuerdos insípidos, orgullos fríos y trajes poco elegantes que no me dan personalidad y que nunca me quedaron bien. Creo que en la película de mi vida nunca fui un buen actor. No me aprendí el guion. Me doy cuenta que me quede con las migajas del ayer y no me llenaron. Si esta vida terminara ahora, ¿tendría una mejor oportunidad en la siguiente?
¿Dónde esta todo lo que yo tenia y quería ser? ¿Que pasó? 
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